14 nov 2009


TODOS SANTOS

I. La fiesta de los difuntos, de las almitas, culto a los difuntos

La fiesta de Todos Santos es uno de los momentos fuertes del calendario boliviano, ya que durante esta fiesta se cultiva la memoria a los muertos. Los diferentes cementerios del país son visitados por varias personas durante todo el día, y las familias van a rendir homenajes a la memoria de sus antepasados, sus familiares y seres queridos que se encuentran en el más allá.

La fiesta de Todos Santos tiene lugar el 2 de noviembre, sin embargo la misma empieza el día anterior, el 1ro de noviembre a las doce del medio día, cuando las almas de los muertos llegan a las casas para compartir con los vivos la alegría de un buen almuerzo.

El culto a los difuntos se mantiene con mucha más fuerza de sus creencias en el campo, donde el evento se prepara semanas antes de la fecha. El ritual es complejo, y por la diversidad de las regiones tiene diferentes aditamentos, que en la mayoría de los casos se entremezcla entre el sincretismo de la tradición pre-colonial y la tradición cristiana importada por los españoles.

II. La tradición pre-colonial de Todos Santos

En la tradición pre-colonial, cuando una persona muere, su alma (nuna) va a reunirse con el Urkhu Pacha, mundo de abajo. En este mundo subterráneo, un mundo al revés, las almas viven el ciclo de su vida al revés, ellas nacen viejas para morir joven y volver a vivir en el mundo de los vivos. La muerte entonces no es ninguna ruptura, sino una etapa del ciclo de la vida, al contrario de la visión linear de la vida en la religión cristiana. Cada año, las almas vuelven a visitar el mundo de los vivos para ver si su recuerdo perdura. En el calendario pre-colonial, esta fiesta tradicional a los difuntos cae al final de la época seca (todas las fiestas y ritos andinos están vinculados al calendario agrícola), las almas de los muertos vuelven para abastecerse de lo que preparan los vivos después de un periodo de restricciones.

Las almas llegan con un buen apetito y una sed inextinguible. Los vivos les preparan comidas y bebidas, mayormente lo que les gustaba más al difunto. En un mastak'u se reúnen todas las cosas que le gustaban al difunto en cuanto a comida y bebida.

Este acto demuestra de nuevo la importancia de la reciprocidad en la sociedad andina: los vivos alimentan a los difuntos cuyos huesos están secando bajo el sol de noviembre y los muertos intervienen para que la tierra permita buenas cosechas, y sobretodo que las lluvias, que empiezan a mediados de noviembre, sean abundantes, una especie de rito de inversión.

Los primeros cronistas españoles describen poco después de la llegada de los primeros españoles, que se sacaban a los muertos de sus tumbas (los cuerpos eran embalsamados en la época), los vivos les vestían con su ropa la más linda, les regalaban un festín, paseaban los cuerpos en el campo y bailaban con ellos para luego devolverles a sus tumbas con comidita. La Iglesia no perdió tiempo antes de condenar tales rituales, de los cuales algunos han lentamente desaparecido (pero parece que hoy todavía en ciertos campos alejados siguen sacando a los muertos de sus tumbas) y otros sobrevivieron, fusionando con la tradición cristiana de la fiesta a los muertos.

Hoy en día, para materializar a este rito, en el campo, un miembro de la familia se disfraza para tomar la apariencia del muerto y viene a participar a la reunión familiar, participa al festín que se le ha preparado. Pide a su familia cercana como les fue este año que han pasado sin él, regala consejos a sus hijos y familiares. Cuando acaba el día, los niños del pueblo con palmas lo botan, para evitar que el alma del muerto ceda a la tentación de quedarse entre los vivos.

III. Todos Santos hoy en día

El 1ro de noviembre a mediodía, las familias de los muertos alistan una mesa sobre la cual disponen un mantel (blanco si el difunto es un niño, negro u oscuro si era un adulto) y encima ponen elementos simbólicos pudiendo ser pan, frutas, objetos y/o comida.

También se coloca encima de la mesa preparada una foto del difunto y velas encendidas, con una cantidad variable de alimentos como: fruta seca, masitas, caramelos en forma de animalitos, escaleras de pan (proviniendo de la tradición católica, para subir o bajar del cielo), coca y chicha (cerveza de maíz), instrumentos de música y las “t'antawawas”, que traducido del aymará al español significa "niños de pan".

Este último elemento es como reminiscencia del rito de la Copachoca, que consistía en la época incaica, a regalar niños sacrificados a las divinidades del mundo sobrenatural (en esta fiesta el de los muertos). Los familiares se sienten alrededor de la mesa y reciben durante el día y la noche visitantes, que les acompañan en su rito de recuerdo al difunto, en sus oraciones, y por supuesto comparten la comida y las bebidas.

A mediodía del 2 de noviembre empieza el ritual de despedir a las almas que deben regresar al mundo celestial, por eso en muchas casas esta actividad se acompaña de una comida abundante, porque el muerto necesita mucha energía para su viaje de vuelta, además de las bebidas preferidas del difunto.

Durante todo este tiempo y después del mediodía, el cementerio se transforma por unas cuantas horas en un gigantesco festín, se puede encontrar muchas personas rezando en la tumba de los difuntos, otros llevan mariachis, guitarristas, cantores, pequeñas bandas para honrar a sus seres queridos. Otras familias arman la mesa (mastak'u) sobre la misma tumba del difunto, que en la variedad, se puede ver la importancia del muerto y de la riqueza de su familia, que a veces llegan a ser realmente impresionantes.

IV. Importancia de la tradición de Todos Santos en la educación boliviana

La Festividad de Todos Santos, para los cristianos es el respeto a los restos mortales de quienes ya murieron, es el tiempo en que el espíritu omnisciente e inmortal de los muertos desciende al estrato terrenal, de mediodía a mediodía del 1ro al 2 de noviembre.

Los bolivianos fieles a la tradición hispano cristiana, rinden tributos a "los que ya han partido", los que han desaparecido físicamente. El alma (ajayu) del ser querido o de los que se fueron o partieron al más allá desciende, por espacio de 24 horas a su mundo familiar, por este motivo se espera a las almas con mesas bien servidas, con abundante comida y bebidas. En las casas de los bolivianos que cultivan esta tradición, se forman altares floridos, encendido velas y cirios, además de las fotografías de los seres amados.

La cosmovisión andina ha agregado a esta festividad de sesgo católico cristiano, el principio de que la muerte forma parte de la vida. Parte de longevas culturas precolombinas en los Andes sudamericanos, incluso las osamentas son exhumadas de chulperios y sentadas a compartir en el tiempo en que la vida y la muerte se entrecruzan.

Este culto ha pasado de generación en generación con una serie de rituales, las cuales han perdurado con el tiempo, que mantienen aún viva las creencias tradicionales, las mismas que son parte de una cultura de un pueblo y se debe dar su debida importancia y no menospreciarla. No porque no tienen un sustento “científico” son una simple superstición, o son creencias de personas ignorantes o poco educadas, es más, cada uno de los rituales en Bolivia que se sigue en la Festividad de Todos Santos, quiere alcanzar el equilibrio entre el mundo natural y sobrenatural, alcanzar la salud o tener bien un tránsito adecuado a la muerte.

Este fenómeno entre lo religioso y lo ancestral ha sido y es una de las dimensiones personales de muchos bolivianos, a la vez que es uno de los elementos fundamentales en la configuración de los grupos humanos actuales y de las sociedades en Bolivia. Además de constituir un conjunto de creencias, preceptos y ritos para los que las practican, las creencias religiosas adquieren una dimensión cultural por su influencia en su entorno, en el pensamiento y el arte de los pueblos, que puede influir en los códigos de conducta individual y colectiva, derivados de sus respectivas concepciones del hombre, del mundo y la cosmovisión. Esta perspectiva dota al fenómeno religioso de un papel relevante en el conocimiento de las sociedades a lo largo del tiempo y de su pervivencia en elementos de la cultura presente.